
LA ÚLTIMA LLAMADA. Y recibió una llamada con número oculto que no tenía que haber aceptado porque... ella nunca lo hacía, y al preguntar María sobre la identidad del emisor le sonó conocida aquella voz que se presentó como Enrique, su desaparecido esposo. La mujer se quedó sin palabras, circunstancia que aprovechó el otro para lanzarle el mensaje que le había llevado a realizar aquel ejercicio sobrehumano que fue el conseguir recordar los nueve dígitos del celular de la chica. -Tienes que escucharme, María- comenzó a decir él. -He recorrido un largo camino hasta llegar a este punto en el que me encuentro. No me tengas miedo y atiende, por favor, te lo suplico, con mucha atención. A la chica se le cayó el teléfono al suelo, por el sudor en los dedos y temblores fríos en todo su cuerpo, y el aparato iba perdiendo, en la caída, cobertura y carcasa, hasta esparcirse por el comedor los componentes más dedicados de los que estaba hecho. La chica cayó a plomo sobre el sofá...