El arcoiris de los niños pobres

Los niños pobres van al autolavado. Se sientan detrás del carro mientras este inicia el programa y así pueden contemplar el arcoiris en pequeñito, ese fenómeno multicolor de sol y de agua pero a escala, que ofrece la naturaleza cada cinco minutos por el módico precio de escasas monedas.  Si está de buenas el propietario del auto les permitirá, con papel o paño, que acaben de lustrar lunas y espejos y a cambio recibirán un céntimo y un pescozón, por este orden. Id a molestar a la concha de vuestra madre.

¡Qué día de suerte! Hoy se habrán ganado el color del arcoiris y el calor de unas castañas con que calentarse las manos. Y aunque la mayoría de las veces el Señor Don Usted a sus pies para servir no cumple, que monta en el carro y simula ser perseguido, los niños pobres se dan por bien pagados porque han podido contemplar el arcoiris del que un día serán merecedores... cuando toda esta injusticia (mierda) se acabe.

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